Ya de noche se hizo notar, estando en casa de mi hermana Elvira, me asusté cuando al ir al baño, el papel se tiñó en su rojo color. Había muchas personas cenando allí, todas se asustaron mucho más que yo, que no dí importancia a lo que pasaba. Mi hermana llamó al hospital que me correspondía, la antigua clínica Rotger, dónde casualmente también nací yo. Pensando en mi poca experiencia, mandaron venir a la comadrona de turno, creyendo que nos presentaríamos allí esa misma noche. Pero yo había ido a las clases pre- parto y estaba muy tranquila. Intuía que no pasaba nada, mi esposo estuvo observándome durante bastante rato al llegar a casa, después de la cena del día 23 y me sentía muy bien. Así que me quedé dormida.
A la mañana siguiente, un sol resplandeciente lucía en el cielo de mi querida isla. Desperté para darme cuenta de que parecía que algo mojado estaba en mi sábana. ¡Había roto aguas!, pero apenas mojé nada. En las clases pre- parto, nos había advertido de qué color debían ser. Si estas eran verdes significaba que el bebé, había ensuciado con sus heces el líquido amniótico y había que ir con rapidez a la clínica. Ninguno de mis dos hijos fue fácil para mí, como ven.
Lo primero que hice fue llamar a mis padres, para decirles que nos íbamos al hospital. Yo estaba perfectamente, pero las aguas eran verdes y era urgente. Tranquilicé a mi madre, pues no tenía dolores ni nada y nos fuimos los cuatro hacía la clínica.
Para mi sorpresa al llegar me dijeron que me habían estado esperando durante toda la noche. La comadrona acababa de irse a descansar...Ingresé de urgencias un 24 de diciembre del año 1989, en una mañana soleada, realmente preciosa.
Volvieron a llamar a la comadrona, quien habiendo pasado toda la noche de guardia, venía rechinando dientes. ¡Qué día me iba a hacer pasar!. Entró cual sargento de guardia, una mujer menuda...¡menuda mujer!. Me preguntó por qué no había ido por la noche, yo la miré extrañada, solamente habíamos llamado para preguntar, pues nos habíamos asustado.
Al saber que tenía las aguas verdes, tratándome de manera militar, seca y dura.Sin pestañear me dijo que tenían que provocarme el parto, porque el bebé comía porquería. Y allí me ven, con el suero del dolor (como yo le llamo),porque yo estaba tan tranquila. Y de repente el sol que entraba por aquella preciosa habitación, se quedó grabado en mi mente, sintiendo lentamente el goteo del suero que dilataba mi cuerpo, llenándome de dolor. Recuerdo que me levantaba, no podía soportar el dolor, no decía nada. Me levantaba y me sentaba en la cama, mi madre me reprendía muy fuerte, diciéndome que iba a hacer daño al bebé, pero es que dolía mucho.
Así pasé seis largas horas, las seis vomitando. La maravillosa comadrona no se dignó a entrar en la habitación durante esas seis larguísimas horas, como queriéndome castigar, por haber llamado la noche anterior.
Mi madre la pobre, muy asustada, palangana tras palangana, vaciándolas en el wáter. Yo ya no podía más, seguía sin decir nada. Era tan joven, que pensé que aquellos vómitos de seis horas de duración, eran por un zumo de melocotón que me habían dado al ingresar.
Ya mi madre se cansó y fue en busca de la amable señora, que traía los niños a este mundo. Asustada le dijo: escuche, mi hija se va a deshidratar, lleva seis horas vomitando sin parar. Ella le hizo la burla, muy chula, pero vino a verme por fin a la habitación. No debió verme muy bien, cuando enseguida me prepararon para el quirófano. Se acabó el sufrimiento, los vómitos y el dolor, después de seis largas horas, ya ni sé cómo estaba el sol, pues no brillaba ya en el mismo lugar.
Lo próximo que recuerdo es algo maravilloso; mi cama llena de todos mis más queridos familiares: mi esposo, mi padre, mi hermano, mi cuñada, mi madre, no sé si había alguien más a mi alrededor. Me había hecho el parto dirigido sin yo pedirlo, pero lo agradezco, al menos dejé de sentir dolor y de vomitar.
Lo primero que pregunté fue si era una niña, me habían estado diciendo un montón de personas que llevaba un niño, por la forma de mi barriga, por la forma de mi rostro y por mil cosas más. Compré todo en azul, pero yo quería una niña.
¡Es una niña! me dijo una de ellos, sabiendo mi ilusión por un bebé femenino. No puedo explicar la alegría que sentí, mezclada con sorpresa. ¡Qué regalo tan maravilloso! no me lo podía creer. Y empecé a decir: ¡Una niña, lo que yo quería!, repitiéndolo todavía medio dormida por la anestesia, haciendo así llorar a todos los que estaban alrededor de mi cama. A mi padre le dio una subida de tensión, de la emoción en ese momento y se le reventaron algunas venitas de los ojos. Todos lloraban, y al rato la vi......
Pesó cuatro quilos, era enorme, lo primero que pensé al verla era lo mucho que me recordaba a su papá. Su cabeza con un pequeño bulto por lo mucho que había sufrido durante las seis horas y que por lo mucho que sufrió en el momento del parto. Era un bebé precioso, con una inmensa mata de pelo, muy guapa.
¡Qué bebé más bueno!, había que despertarla para que tomara el biberón. Nunca antes me había sentido tan feliz, ya era la hora de la cena, siendo Nochebuena todos se fueron a sus casas a celebrar, nosotros nos quedamos allí a celebrarlo con ella, mi esposo y yo. La Nochebuena más importante de toda mi vida.
Para el precioso bebé que conmigo sufrió seis largas horas y que siempre me hizo tan feliz. Hoy una bella, muy bella mujer, que el día de Nochebuena cumplió 23 años.......su nombre Samanta.
Laura Fernández
martes, 25 de diciembre de 2012
lunes, 17 de diciembre de 2012
Se llama como yo
Hoy hace cuarenta años, y parece que fue ayer. Siendo yo una criatura, todavía no podía comprender lo que aquel rubio y precioso bebé, iba a significar en mi vida. No recuerdo dónde la vi por primera vez, pero debo suponer que sería en la clínica, pero con mi corta edad, no puedo recordarlo perfectamente. Lo que sí recuerdo era lo bella que era. Me hizo mucha ilusión cuando mi hermana, me dijo que se iba a llamar como yo. ¿Una cosita tan bonita iba a llamarse como yo? ¡Qué ilusión!.
La trajeron a casa, su precioso pelo rubio, una pelusita que cubría como un manto su redonda cabeza. Dos grandes ojos almendrados, rellenos de pura miel. ¡Nunca había visto una niña tan bonita!.
Me sentí extraña, sólo tenía siete años y era tía, no era la primera sobrina que tenía. Ya con la primera sobrina, me pasó lo mismo, pero para mí las dos eran mis hermanas pequeñas.
Siempre la quise mucho, crecimos juntas como hermanas. Ella me llama tía, algo que me encanta. A pesar de llevarnos tan poca diferencia de edad, es muy bonito.
Pero no puedo creer que hoy haga cuarenta años de todo aquello, de que el tiempo corra tan deprisa, que no me dé tiempo apenas de secar la ropa.
Reñíamos mucho, ella destrozaba mis cosas más preciadas y tuvimos temporadas que fuimos el perro y el gato. Aún así seguía adorándola, más guapa que nadie, con unos rizos rubios dibujando su preciosa y redonda carita. Adornada por esos ojos llenos de miel. Dos almendras llenas de mariposas pestañas, que hacían que sonrieras tan solo con mirarla.
Fueron pasando los años y cada vez estuvimos más y más unidas. Compartimos todo en la vida, ella fue siempre cuidadora de mis más íntimos secretos. Yo intenté educarla como su hermana-tía que era.
Quiero a todos mis sobrinos, pues tengo bastantes, pero con ella me une algo muy especial. Pues crecimos juntas en la misma casa, hermanas-sobrinas-tías, era una relación especial.
Me siento orgullosa de la niña que fue, pero más orgullosa me siento de la mujer que es ahora. Si en algo he tenido que ver, doy gracias a Dios por haberme permitido educarla dentro de las posibilidades de mi corta edad.
Parece que la estoy viendo con sus bucles dorados, revoloteando por mi casa. ¡Cuántas cosas hemos compartido!, ¡cuántas nos quedan por compartir también!.
Preciosa niña de bucles dorados, pequeña flor que ha estado siempre en el jardín de mi corazón. Ojos de almendra, pestañas de mariposas, mirada de pura miel.
Ojalá algún día sepas cuánto te quiero. Feliz cuarenta cumpleaños Laurita.
Tu tía.........
Laura Fernández
La trajeron a casa, su precioso pelo rubio, una pelusita que cubría como un manto su redonda cabeza. Dos grandes ojos almendrados, rellenos de pura miel. ¡Nunca había visto una niña tan bonita!.
Me sentí extraña, sólo tenía siete años y era tía, no era la primera sobrina que tenía. Ya con la primera sobrina, me pasó lo mismo, pero para mí las dos eran mis hermanas pequeñas.
Siempre la quise mucho, crecimos juntas como hermanas. Ella me llama tía, algo que me encanta. A pesar de llevarnos tan poca diferencia de edad, es muy bonito.
Pero no puedo creer que hoy haga cuarenta años de todo aquello, de que el tiempo corra tan deprisa, que no me dé tiempo apenas de secar la ropa.
Reñíamos mucho, ella destrozaba mis cosas más preciadas y tuvimos temporadas que fuimos el perro y el gato. Aún así seguía adorándola, más guapa que nadie, con unos rizos rubios dibujando su preciosa y redonda carita. Adornada por esos ojos llenos de miel. Dos almendras llenas de mariposas pestañas, que hacían que sonrieras tan solo con mirarla.
Fueron pasando los años y cada vez estuvimos más y más unidas. Compartimos todo en la vida, ella fue siempre cuidadora de mis más íntimos secretos. Yo intenté educarla como su hermana-tía que era.
Quiero a todos mis sobrinos, pues tengo bastantes, pero con ella me une algo muy especial. Pues crecimos juntas en la misma casa, hermanas-sobrinas-tías, era una relación especial.
Me siento orgullosa de la niña que fue, pero más orgullosa me siento de la mujer que es ahora. Si en algo he tenido que ver, doy gracias a Dios por haberme permitido educarla dentro de las posibilidades de mi corta edad.
Parece que la estoy viendo con sus bucles dorados, revoloteando por mi casa. ¡Cuántas cosas hemos compartido!, ¡cuántas nos quedan por compartir también!.
Preciosa niña de bucles dorados, pequeña flor que ha estado siempre en el jardín de mi corazón. Ojos de almendra, pestañas de mariposas, mirada de pura miel.
Ojalá algún día sepas cuánto te quiero. Feliz cuarenta cumpleaños Laurita.
Tu tía.........
Laura Fernández
martes, 2 de octubre de 2012
Si dudas.......
Sólo cuando dudes, cuando temas, cuando sientas que perder es lo único que puede pasarte. Párate a pensar, medita, busca en tu interior. Sólo dentro de ti, se encontrarán todas las respuestas que ahora mismo te estás haciendo, indaga, busca. Intenta relacionar las cosas que te suceden, con las cosas que proyectas y realizas. Ve atando cabos, uniendo cuerdas, haz lazos mágicos de colores, con el trocito de tela que les sobra a tus problemas cotidianos. Vierte tu rabia, tu furia, tu impotencia en el recipiente más bello que puedas encontrar, cuando esté dentro ciérralo herméticamente y jamás vuelvas a abrirlo.
No te dejes guiar por la rutina, es una muy mala compañera, ni siquiera te atrevas a desempolvar algunos recuerdos, que te transmitan nostalgia o tristeza.
Sólo cuando dudes, cuando temas, deja a tu niño interior salir y corretear por las calles vacías de tu vida. Prepárale el mejor de los banquetes, busca los juguetes que más puedan ilusionarle y si aún así no le basta, da más de ti, tú te lo mereces. Investiga qué es lo que ese niño necesita en realidad, quizás sea cariño, comprensión, autoestima. Tal vez sólo sea un poco de ingenio y chispa, un aletear de mariposas silvestres de vivos colores, que hagan volar su imaginación. Y cuando descubras qué es lo que realmente necesita, sé generoso con él, mímalo, acógelo entre tus brazos y dile lo importante qué es para ti.
Sólo cuando dudes, cuando temas, saca a pasear tu mejor sonrisa, la más bella parte de ti mismo. Sentirás como puedes haces cosas increibles antes para ti. Y cuando consigas hacerlas, siéntete grande,talentoso, valórate, da gracias a quien tú creas que debas hacerlo y sonríe, sonríe largamente pensando en todo lo que habías dudado de ti. La risa, tan embaucadora, tan llena de Luz, hará que tu vida vire sin darte cuenta en unos segundos, no dejes de recibirla con cariño y felicidad. Bendita risa, ¡ríete de ti mismo!, asoma al exterior y aunque te parezca extraño, serás capaz de reírte de muchas cosas,...hazlo.
Sólo cuando dudes, cuando temas, da hacia los demás la mejor parte de ti. Te sentirás reconfortado, libre, alegre, generoso. Comparte con las personas que te rodean todo lo bello de tu interior y a la vez que haces feliz al resto, tú mismo te beneficiarás de ello. Sé benevolente contigo mismo, si quieres serlo con los demás, sé cariñoso contigo, desata tu magia.
Haz feliz a todo el que te rodea y así podrás sentir la felicidad en ti mismo. No basta con dar, debes hacerlo sinceramente, sin ataduras, sin esperar nada a cambio. Ser desinteresado te hará más bien que mal, te llenará de amor y hará que los demás quieran estar siempre a tu lado, apoyándote.
Sólo cuando dudes, cuando temas, acuérdate de los que sufren mucho más fuerte que tú. Agradece todo lo que tienes en tu vida, acéptate tal como eres. Eres único e irrepetible, hazte a ti mismo, sé que es difícil y que te costará, todo requiere un gran esfuerzo, hacerse a si mismo, el que más. Agradece poder estar leyendo estas letras, quizás estén escritas especialmente para ti y ni tú ni yo lo sepamos. Sé valiente y atrévete a perdonarte.
Sólo cuando dudes, cuando temas, piensa que tú formas parte de todo lo que hay en mí y que solamente gracias a ti, mis letras pueden hacerte pensar, sonreír e incluso hacerte ver que la vida es cómo nosotros queremos que sea. Que sólo por ti escribo, que gracias a ti, mis letras son leídas. Que antes de conocerte las escribía sólo para mí.
Sólo cuando dudes, cuando temas, sé tú mismo el que sepa salir de ahí..........
Laura Fernández
No te dejes guiar por la rutina, es una muy mala compañera, ni siquiera te atrevas a desempolvar algunos recuerdos, que te transmitan nostalgia o tristeza.
Sólo cuando dudes, cuando temas, deja a tu niño interior salir y corretear por las calles vacías de tu vida. Prepárale el mejor de los banquetes, busca los juguetes que más puedan ilusionarle y si aún así no le basta, da más de ti, tú te lo mereces. Investiga qué es lo que ese niño necesita en realidad, quizás sea cariño, comprensión, autoestima. Tal vez sólo sea un poco de ingenio y chispa, un aletear de mariposas silvestres de vivos colores, que hagan volar su imaginación. Y cuando descubras qué es lo que realmente necesita, sé generoso con él, mímalo, acógelo entre tus brazos y dile lo importante qué es para ti.
Sólo cuando dudes, cuando temas, saca a pasear tu mejor sonrisa, la más bella parte de ti mismo. Sentirás como puedes haces cosas increibles antes para ti. Y cuando consigas hacerlas, siéntete grande,talentoso, valórate, da gracias a quien tú creas que debas hacerlo y sonríe, sonríe largamente pensando en todo lo que habías dudado de ti. La risa, tan embaucadora, tan llena de Luz, hará que tu vida vire sin darte cuenta en unos segundos, no dejes de recibirla con cariño y felicidad. Bendita risa, ¡ríete de ti mismo!, asoma al exterior y aunque te parezca extraño, serás capaz de reírte de muchas cosas,...hazlo.
Sólo cuando dudes, cuando temas, da hacia los demás la mejor parte de ti. Te sentirás reconfortado, libre, alegre, generoso. Comparte con las personas que te rodean todo lo bello de tu interior y a la vez que haces feliz al resto, tú mismo te beneficiarás de ello. Sé benevolente contigo mismo, si quieres serlo con los demás, sé cariñoso contigo, desata tu magia.
Haz feliz a todo el que te rodea y así podrás sentir la felicidad en ti mismo. No basta con dar, debes hacerlo sinceramente, sin ataduras, sin esperar nada a cambio. Ser desinteresado te hará más bien que mal, te llenará de amor y hará que los demás quieran estar siempre a tu lado, apoyándote.
Sólo cuando dudes, cuando temas, acuérdate de los que sufren mucho más fuerte que tú. Agradece todo lo que tienes en tu vida, acéptate tal como eres. Eres único e irrepetible, hazte a ti mismo, sé que es difícil y que te costará, todo requiere un gran esfuerzo, hacerse a si mismo, el que más. Agradece poder estar leyendo estas letras, quizás estén escritas especialmente para ti y ni tú ni yo lo sepamos. Sé valiente y atrévete a perdonarte.
Sólo cuando dudes, cuando temas, piensa que tú formas parte de todo lo que hay en mí y que solamente gracias a ti, mis letras pueden hacerte pensar, sonreír e incluso hacerte ver que la vida es cómo nosotros queremos que sea. Que sólo por ti escribo, que gracias a ti, mis letras son leídas. Que antes de conocerte las escribía sólo para mí.
Sólo cuando dudes, cuando temas, sé tú mismo el que sepa salir de ahí..........
Laura Fernández
viernes, 7 de septiembre de 2012
Y llegó él
Le vi en una foto y un impulso me hizo saber que ese ser era para mí. Aún sabiendo que mi esposo no quería animales en casa, pedí adoptarle por unos días. Fue una sensación muy extraña, nunca antes me había pasado, al ver las múltiples fotos en mi facebook de animales sin hogar, pero él era diferente, era para mí.
Me asaltaron todo tipo de dudas, no sabía si mi esposo querría tenerlo, si yo sería capaz de responsabilizarme de él. Estuve muy dudosa. Entonces llegó de manos de Judith, en cuanto le vi supe que era él, mi mascota, mi pequeño peludo. Tan guapo, dos grandes orejas adornan su preciosa y pecosa carita, haciéndole por su porte el faraón de mi casa. Enseguida sin estar acotumbrada a tener animales en los brazos, le cogí entre los míos. Fue un flechazo, el animal no se extrañó en absoluto en la casa, ni estando conmigo y enseguida se quedó dormido en mi regazo, muy pegado a mí.
Pasamos dos noches muy duras, me costó mucho acostumbrarle a dormir en la terraza en su camita y ni mi hijo ni yo dormimos durante dos noches, para que él no llorara. Pero debía acostumbrarse a dormir allí afuera, era su hogar. Yo seguía muy nerviosa, quería hacerlo tan bien, que el estrés se apoderaba de mí, pero poco a poco, iba aprendiendo día a día. Mi esposo quien no quería perros en casa, fue el primero que se encariñó con él, no pudiéndose ir a trabajar sin haber estado un ratito con él. Al principio no sabía cómo contarle que me iban a traer un perro, sabía muy claramente que él no quería animales. Pero al llegar se lo dije y refunfuñando se fue hacía la habitación, sin apenas quejarse por lo bajo.
Mi hijo prometió comprometerse para con él y cuidarle en todos los aspectos (algo que no está cumpliendo a la perfección), porque es tanto el amor que siento hacía Ra, que no me importan levantarme temprano para darle su desayuno, o atenderle en cualquier otro momento. Tener un cachorro, es duro, es como enseñarle a un niño lo que debe o no debe hacer. Aunque he tenido otras mascotas y todas han sido muy inteligentes, me sorprende lo mucho que te puede entender un animal y las cosas que puede llegar a hacer para llamar tu atención, tanto para bien, como para mal.
Es bastante hiperactivo y cuando le entran las ganas de jugar, nos tiene locos a todos. Mi casa está hecha un desastre, todo el día con la fregona, parezco Cenicienta. Pues aunque sabe claramente dónde debe hacer sus necesidades y las hace cuando le da la gana en su periódico o en la terraza, de vez en cuando nos deja algún pequeño regalito, para ver cómo reaccionamos nosotros.
Es duro, es cansado, araña con sus dientes y hace mucho daño, aunque estoy enseñándole a tomar el mordedor, si te descuidas da unos buenos bocados que aunque con cariño, con sus afilados dientes....duelen.
Pero todas las noches al irme a dormir y al despertar pienso en él, en su ternura, en sus ojitos dulces llenos de amor, en los besitos que da cuando está contento o tranquilo. Sé que ha venido a mí por un motivo, debía pagar algo y todo en esta vida se paga. Le doy gracias por haberme dado la oportunidad de hacerlo. Al salir a la calle, todo el mundo le para por lo simpático que es, pues se tira enseguida a saludar y porque es muy lindo, sus grandes orejas hacen de él un can muy simpático......Es amor puro...se llama Ra.
Laura Fernández
Me asaltaron todo tipo de dudas, no sabía si mi esposo querría tenerlo, si yo sería capaz de responsabilizarme de él. Estuve muy dudosa. Entonces llegó de manos de Judith, en cuanto le vi supe que era él, mi mascota, mi pequeño peludo. Tan guapo, dos grandes orejas adornan su preciosa y pecosa carita, haciéndole por su porte el faraón de mi casa. Enseguida sin estar acotumbrada a tener animales en los brazos, le cogí entre los míos. Fue un flechazo, el animal no se extrañó en absoluto en la casa, ni estando conmigo y enseguida se quedó dormido en mi regazo, muy pegado a mí.
Pasamos dos noches muy duras, me costó mucho acostumbrarle a dormir en la terraza en su camita y ni mi hijo ni yo dormimos durante dos noches, para que él no llorara. Pero debía acostumbrarse a dormir allí afuera, era su hogar. Yo seguía muy nerviosa, quería hacerlo tan bien, que el estrés se apoderaba de mí, pero poco a poco, iba aprendiendo día a día. Mi esposo quien no quería perros en casa, fue el primero que se encariñó con él, no pudiéndose ir a trabajar sin haber estado un ratito con él. Al principio no sabía cómo contarle que me iban a traer un perro, sabía muy claramente que él no quería animales. Pero al llegar se lo dije y refunfuñando se fue hacía la habitación, sin apenas quejarse por lo bajo.
Mi hijo prometió comprometerse para con él y cuidarle en todos los aspectos (algo que no está cumpliendo a la perfección), porque es tanto el amor que siento hacía Ra, que no me importan levantarme temprano para darle su desayuno, o atenderle en cualquier otro momento. Tener un cachorro, es duro, es como enseñarle a un niño lo que debe o no debe hacer. Aunque he tenido otras mascotas y todas han sido muy inteligentes, me sorprende lo mucho que te puede entender un animal y las cosas que puede llegar a hacer para llamar tu atención, tanto para bien, como para mal.
Es bastante hiperactivo y cuando le entran las ganas de jugar, nos tiene locos a todos. Mi casa está hecha un desastre, todo el día con la fregona, parezco Cenicienta. Pues aunque sabe claramente dónde debe hacer sus necesidades y las hace cuando le da la gana en su periódico o en la terraza, de vez en cuando nos deja algún pequeño regalito, para ver cómo reaccionamos nosotros.
Es duro, es cansado, araña con sus dientes y hace mucho daño, aunque estoy enseñándole a tomar el mordedor, si te descuidas da unos buenos bocados que aunque con cariño, con sus afilados dientes....duelen.
Pero todas las noches al irme a dormir y al despertar pienso en él, en su ternura, en sus ojitos dulces llenos de amor, en los besitos que da cuando está contento o tranquilo. Sé que ha venido a mí por un motivo, debía pagar algo y todo en esta vida se paga. Le doy gracias por haberme dado la oportunidad de hacerlo. Al salir a la calle, todo el mundo le para por lo simpático que es, pues se tira enseguida a saludar y porque es muy lindo, sus grandes orejas hacen de él un can muy simpático......Es amor puro...se llama Ra.
Laura Fernández
domingo, 19 de agosto de 2012
Sigo nadando, ya encontré la playa
Sigo nadando, no he parado de hacerlo durante todo este tiempo. Logré salir de las aguas enfurecidas que arañaban mi piel contra las rocas, donde la corriente nos llevaba hacia un acantilado. En verdad pasé miedo, ver a todas aquellas personas, caer por el precipicio que el agua formaba en la frondosa naturaleza, pasé miedo. Aún así seguí nadando, ya salí a la superficie y aunque las rocas picudas, no me dejaban apenas poner los pies sobre ellas, pude salir.
Curé mis heridas tan pronto como me fue posible y seguí buscando, ya estaba fuera, no había ningún peligro. Ayudé tras de mí, a todas las otras personas que me habían seguido, algunas magulladas por el oleaje, fueron restableciéndose también. Y poco a poco, fuimos en busca del otro lado, lentamente hasta que salimos de aquellas aguerridas rocas que molestaban tanto a nuestros pies, que no hacíamos más que intentar salir rápidamente de allí. De pronto la vi, estaba bastantes metros más abajo, pero la vi, era una preciosa playa. ¡No podía dar crédito a lo que veían mis ojos!, llena de arena fina, el agua cristalina dibujada de colores entre turquesa, celeste y azul marino, un mar precioso y calmo. Como invitándonos a bajar desde lo alto de las rocas, para poder bañarnos en él. El sol lucía resplandeciente, ninguna nube podía taparlo ya, nos miramos todos y reímos, a alguno incluso, le resbalaron unas pequeñas lágrimas de emoción contenida. ¡Lo habíamos conseguido!.
Fuimos bajando despacio las rocas resbalaban, nuestros pobres pies doloridos deseaban poder pisar la fina arena que divisaban nuestros ojos. Lentamente conseguimos entrar en la arena, quemaba era muy fina y muy clara de color. ¡Qué alegría poder pisar aquel mullido manto caliente!, que nos llevaba directos a un mar precioso, lleno de peces de colores. ¡Dios mio!, había merecido la pena todo lo que habíamos pasado.
Como pude, pues mis pies me dolían mucho, llegué hasta la orilla. No sé explicarles la sensación que sentí al tocar con mi piel, el agua cristalina. El frío contraste que sentía al mojarme, enrojecida por el sol. No podía ni creerlo, empecé a nadar, era una auténtica piscina de la naturaleza más pura. Los peces me rodeaban mientras no paraba de mover mis brazos y mis piernas, aliviada y agradecida a la naturaleza, tan bella.
El mar, tan calmo, parecía pedirnos perdón por todo lo que habíamos sufrido al otro lado. Nadie se lo tuvo en cuenta y agradecidos por el precioso regalo, nadamos y jugamos unos con otros. Tumbada boca arriba, dejé navegar mi cuerpo sobre él, descansando. Mis brazos estirados y mis piernas también, con mis ojos cerrados, podía visualizar una intensa luz roja brillante de la energía maravillosa de aquel precioso sol.
Seguí nadando entre el mar calmo que me acompañaba y los peces que intrigados no me dejaban a solas y pude sentir que no siempre el mar es bravo y las rocas golpean tu cuerpo.
Que todo pasa y que me espera lo mejor, la mejor playa, el mejor sol, la mejor arena, el más bello y puro color de todos los azules que dibujan mi playa. Seguiré nadando, jamás voy a pararme aunque........ ya encontré mi playa.........
Laura Fernández
Curé mis heridas tan pronto como me fue posible y seguí buscando, ya estaba fuera, no había ningún peligro. Ayudé tras de mí, a todas las otras personas que me habían seguido, algunas magulladas por el oleaje, fueron restableciéndose también. Y poco a poco, fuimos en busca del otro lado, lentamente hasta que salimos de aquellas aguerridas rocas que molestaban tanto a nuestros pies, que no hacíamos más que intentar salir rápidamente de allí. De pronto la vi, estaba bastantes metros más abajo, pero la vi, era una preciosa playa. ¡No podía dar crédito a lo que veían mis ojos!, llena de arena fina, el agua cristalina dibujada de colores entre turquesa, celeste y azul marino, un mar precioso y calmo. Como invitándonos a bajar desde lo alto de las rocas, para poder bañarnos en él. El sol lucía resplandeciente, ninguna nube podía taparlo ya, nos miramos todos y reímos, a alguno incluso, le resbalaron unas pequeñas lágrimas de emoción contenida. ¡Lo habíamos conseguido!.
Fuimos bajando despacio las rocas resbalaban, nuestros pobres pies doloridos deseaban poder pisar la fina arena que divisaban nuestros ojos. Lentamente conseguimos entrar en la arena, quemaba era muy fina y muy clara de color. ¡Qué alegría poder pisar aquel mullido manto caliente!, que nos llevaba directos a un mar precioso, lleno de peces de colores. ¡Dios mio!, había merecido la pena todo lo que habíamos pasado.
Como pude, pues mis pies me dolían mucho, llegué hasta la orilla. No sé explicarles la sensación que sentí al tocar con mi piel, el agua cristalina. El frío contraste que sentía al mojarme, enrojecida por el sol. No podía ni creerlo, empecé a nadar, era una auténtica piscina de la naturaleza más pura. Los peces me rodeaban mientras no paraba de mover mis brazos y mis piernas, aliviada y agradecida a la naturaleza, tan bella.
El mar, tan calmo, parecía pedirnos perdón por todo lo que habíamos sufrido al otro lado. Nadie se lo tuvo en cuenta y agradecidos por el precioso regalo, nadamos y jugamos unos con otros. Tumbada boca arriba, dejé navegar mi cuerpo sobre él, descansando. Mis brazos estirados y mis piernas también, con mis ojos cerrados, podía visualizar una intensa luz roja brillante de la energía maravillosa de aquel precioso sol.
Seguí nadando entre el mar calmo que me acompañaba y los peces que intrigados no me dejaban a solas y pude sentir que no siempre el mar es bravo y las rocas golpean tu cuerpo.
Que todo pasa y que me espera lo mejor, la mejor playa, el mejor sol, la mejor arena, el más bello y puro color de todos los azules que dibujan mi playa. Seguiré nadando, jamás voy a pararme aunque........ ya encontré mi playa.........
Laura Fernández
jueves, 21 de junio de 2012
Sigue nadando
Y sigo nadando, pretendo no hundirme, pero cansa. La marea sigue subiendo y aunque crucé la otra vez al otro lado, ahora al volverme a tirar para seguir nadando, siento que me cuesta más que antes. Las olas siguen golpeándome contra las rocas, arañan mi delicada piel, golpean mi cuerpo. Pero sé que debo seguir nadando, la corriente no me ayuda, pues en mi viaje debo ir en contra de ella.
¡Cuántas olas!, apenas me dejan sacar mi nariz de vez en cuando, para respirar. Pero sigo nadando, sin mirar atrás, debo conseguir volver a cruzar la distancia, que me separa de mi futuro incierto.
Veo a lo lejos muchas personas que desisten y se dejan llevar por la corriente, no puedo permitirme eso, debo seguir nadando. No sé si voy a conseguirlo, pienso mientras trago, un sorbito de agua realmente salada, que hace que tome consciencia, de dónde estoy y de que no debo pensar,si no actuar.
No puedo pararme, debo continuar, por mucho que mi cuerpo me duela de tanto golpe, por mucho que las olas me empujen hacia el otro lado, sé que debo seguir nadando. Pienso en los que están detrás de mí, intentando ver si lo consigo para después tirarse ellos, para así poder llegar al otro lado de las rocas.
Al pensar en ellos, girándome les miro, dándoles aliento con mi sonrisa, que no sé de dónde la saco, pues en verdad no sé si llegaré. Pero ellos están allí confiando en mí, esperando a que consiga ir contra corriente y librarle la batalla al fuerte oleaje que golpea mi cuerpo con fuerza. Debo conseguirlo por ellos y por mi misma, necesitan un ejemplo a seguir, alguien que les guíe, están perdidos como yo, entre las rocas, y no saben salir. Ellos miran también, a las personas que se dejan llevar por la corriente, desesperados por no haber podido luchar con las encendidas olas. Les ven desesperados, por que viene un acantilado y se augura lo peor, caerán al vacío, quizás mueran al golpearse desde tan alto. Nadie grita, pero el miedo se les puede notar, mientras les veo dejarse llevar.
De pronto una fuerza inmensa, nace dentro de mí y me hace reaccionar. Recuerdo que la otra vez, buceé hacia las rocas y lo conseguí, las engañé bajo el mar, como si pudiese esconderme de ellas y conseguí cruzar al otro lado. Miro de nuevo a todas las personas, que están detrás de mí, esperando a ver qué pasa conmigo, para ver si pueden seguirme. Siento de repente que si deben venir hacia mí, aunque se golpeen, aunque dañen su cuerpo, vamos a lograr cruzar, el bravo oleaje de un mar salvaje, ennegrecido por la profundidad de sus rocas en el fondo.
Van entrando lentamente en el mar y como si de magia se tratase, les cuesta menos que a mí, van nadando deprisa, se golpean fuertemente, se arañan, pero van avanzando. Estiro mis brazos, aún sin apenas poderme mantener a flote, y nos unimos brazo a brazo, mano a mano, y estirando de ellos, consigo que hagamos más fuerza.
Ya casi llego a la otra orilla, estoy realmente cansada, mi cuerpo sangra de dolor. Pero al girarme hacia la derecha y ver a la persona que está cogida de mi mano, una sonrisa sincera, me hace devolverme las ganas de luchar,¡lo vamos a conseguir!. Hay una roca resbaladiza justo al lado de mí, que me permite agarrarme fuertemente a ella y estirar de todos los que vienen tras de mí.
Nadie grita, usan toda su fuerza en nadar contra la corriente, lo están logrando, me hacen sonreír. Le pido a mi compañero que tome mi cintura, para soltar mi mano, voy a intentar cogerme a las hirientes rocas que están ya muy cerca de mí, estamos ya al otro lado. Con mucha fuerza interior, logro sacar mi cuerpo del agua, y agarrarme fuertemente. ¡Cuánto dolor siento!, pero lo he conseguido, estoy arriba, llena de arañazos, la sangre recorre mi blanca piel, mi cara sonriente, ve cómo los demás están ya subiendo también, ayudándose unos a otros. Yo tiro de quién está más cerca de mi.
¡Lo conseguí!, estamos todos ya arriba, las magulladuras harán que no olvidemos que lo conseguimos, que la marea es difícil de navegar, pero no imposible. Veo a lo lejos como van cayendo por el acantilado, a los que se han dejado llevar por la corriente y no puedo evitar que las lágrimas afloren mi piel. Pero la risa, y el entusiasmo de los gritos, de los que siguen subiendo hacia la roca en la que me encuentro, hacen que me sienta bien y me dan aliento para seguir nadando en la marea de mi vida.
Que ningún tipo de marea, marejada o impetuoso temporal, te haga desistir jamás de seguir tu camino, lucha, nada, mueve fuerte los pies, hasta que encuentres la roca que por muy escarpada que sea, te mantendrá en pie.
Laura Fernández
¡Cuántas olas!, apenas me dejan sacar mi nariz de vez en cuando, para respirar. Pero sigo nadando, sin mirar atrás, debo conseguir volver a cruzar la distancia, que me separa de mi futuro incierto.
Veo a lo lejos muchas personas que desisten y se dejan llevar por la corriente, no puedo permitirme eso, debo seguir nadando. No sé si voy a conseguirlo, pienso mientras trago, un sorbito de agua realmente salada, que hace que tome consciencia, de dónde estoy y de que no debo pensar,si no actuar.
No puedo pararme, debo continuar, por mucho que mi cuerpo me duela de tanto golpe, por mucho que las olas me empujen hacia el otro lado, sé que debo seguir nadando. Pienso en los que están detrás de mí, intentando ver si lo consigo para después tirarse ellos, para así poder llegar al otro lado de las rocas.
Al pensar en ellos, girándome les miro, dándoles aliento con mi sonrisa, que no sé de dónde la saco, pues en verdad no sé si llegaré. Pero ellos están allí confiando en mí, esperando a que consiga ir contra corriente y librarle la batalla al fuerte oleaje que golpea mi cuerpo con fuerza. Debo conseguirlo por ellos y por mi misma, necesitan un ejemplo a seguir, alguien que les guíe, están perdidos como yo, entre las rocas, y no saben salir. Ellos miran también, a las personas que se dejan llevar por la corriente, desesperados por no haber podido luchar con las encendidas olas. Les ven desesperados, por que viene un acantilado y se augura lo peor, caerán al vacío, quizás mueran al golpearse desde tan alto. Nadie grita, pero el miedo se les puede notar, mientras les veo dejarse llevar.
De pronto una fuerza inmensa, nace dentro de mí y me hace reaccionar. Recuerdo que la otra vez, buceé hacia las rocas y lo conseguí, las engañé bajo el mar, como si pudiese esconderme de ellas y conseguí cruzar al otro lado. Miro de nuevo a todas las personas, que están detrás de mí, esperando a ver qué pasa conmigo, para ver si pueden seguirme. Siento de repente que si deben venir hacia mí, aunque se golpeen, aunque dañen su cuerpo, vamos a lograr cruzar, el bravo oleaje de un mar salvaje, ennegrecido por la profundidad de sus rocas en el fondo.
Van entrando lentamente en el mar y como si de magia se tratase, les cuesta menos que a mí, van nadando deprisa, se golpean fuertemente, se arañan, pero van avanzando. Estiro mis brazos, aún sin apenas poderme mantener a flote, y nos unimos brazo a brazo, mano a mano, y estirando de ellos, consigo que hagamos más fuerza.
Ya casi llego a la otra orilla, estoy realmente cansada, mi cuerpo sangra de dolor. Pero al girarme hacia la derecha y ver a la persona que está cogida de mi mano, una sonrisa sincera, me hace devolverme las ganas de luchar,¡lo vamos a conseguir!. Hay una roca resbaladiza justo al lado de mí, que me permite agarrarme fuertemente a ella y estirar de todos los que vienen tras de mí.
Nadie grita, usan toda su fuerza en nadar contra la corriente, lo están logrando, me hacen sonreír. Le pido a mi compañero que tome mi cintura, para soltar mi mano, voy a intentar cogerme a las hirientes rocas que están ya muy cerca de mí, estamos ya al otro lado. Con mucha fuerza interior, logro sacar mi cuerpo del agua, y agarrarme fuertemente. ¡Cuánto dolor siento!, pero lo he conseguido, estoy arriba, llena de arañazos, la sangre recorre mi blanca piel, mi cara sonriente, ve cómo los demás están ya subiendo también, ayudándose unos a otros. Yo tiro de quién está más cerca de mi.
¡Lo conseguí!, estamos todos ya arriba, las magulladuras harán que no olvidemos que lo conseguimos, que la marea es difícil de navegar, pero no imposible. Veo a lo lejos como van cayendo por el acantilado, a los que se han dejado llevar por la corriente y no puedo evitar que las lágrimas afloren mi piel. Pero la risa, y el entusiasmo de los gritos, de los que siguen subiendo hacia la roca en la que me encuentro, hacen que me sienta bien y me dan aliento para seguir nadando en la marea de mi vida.
Que ningún tipo de marea, marejada o impetuoso temporal, te haga desistir jamás de seguir tu camino, lucha, nada, mueve fuerte los pies, hasta que encuentres la roca que por muy escarpada que sea, te mantendrá en pie.
domingo, 17 de junio de 2012
La metamorfosis
¿Cómo agradecerte gran maestra?, jamás sabré cómo hacerlo. Cada día pienso en tu sabiduría, tu paciencia para conmigo y todo lo que me enseñaste y sembraste poco a poco, sin pausa pero sin prisa muy dentro de mi. Cada despertar te recuerdo, gran maestra, recuerdo todo lo que aprendí cerca de ti, ¡sé que me queda tanto por aprender!, el día que termine de aprender estaré muerta por dentro. Pienso seguir aprendiendo, mientras respire mi hálito de vida en la Tierra. ¿Pero cómo agradecer, lo mucho o poco que sé?.
Me mostraste mi camino, guiándome desde tu precioso corazón, amándome, siendo correspondida con mi corazón. Eres conocedora de todo lo que me está sucediendo y aunque sabes más de lo que dices, callas por sabiduría. Eso hace que cada día aprenda más de ti. Tanto en mi consulta, como en mi día a día, en mi vida cotidiana de andar por casa, uso tanto tus enseñanzas....que me siento discípula tuya.
Aún sin llegarte ni a la suela, de los bellos zapatos que bailas, es un gozo haber aprendido de ti. ¿Cuántas más cosas van a cambiar en mi vida?Un gran torbellino de pasiones, emociones, enseñanzas, aprendizajes diarios, ¿cuántos más me quedarán?. Pues todo va muy deprisa en mi vida, este año corre muy raudo.
Sé que estás orgullosa de mí, y en tu trabajo para conmigo, tu corazón se llena de gozo al sentir la transformación.
Sí lo hiciste tu, gran maestra. No sé cómo agradecértelo, sin saber cierto, que ahora mismo cuando me leas, dos preciosas lágrimas, recorren tu bello rostro, encogen y ensanchan tu sensible corazón, mis humildes palabras de agradecimiento.
Pero no sé cómo hacerlo, nada de lo que aquí pueda exponer, expresa en realidad lo que estoy sintiendo en mi interior. Gracias por alentarme a escribir, cuando yo tenía tantas dudas sobre mi, gracias por confiar en mi, gracias por darme auto confianza, sin ti, mis libros no existirían.
Formas parte de mi pequeña o gran metamorfosis, como quieran llamarla, para mi es inmensa, no sé cómo la vivirán los demás que están a mi alrededor. Pero desde el día que pisé tu casa, llena de ti, mi metamorfosis empezó contigo a bailar, sufrimos mucho las dos, gran maestra.
Corazón tierno, suave rostro de mujer bella,enmarcado por dos grandes ventanas redondas como la luna, preciosas, tan bellas, que dan directamente a tu bonito corazón.....tus ojos.
¿Algún día podré agradecerte todo, gran maestra?Soy optimista y digo que sí, he reflexionado mientras te escribía estas letras y sé que sí, sabré hacerlo. Desde el humilde lugar en que me encuentre, sabré hacerlo y viéndote a ti tan orgullosa, sonreiré contigo.
Cómplices las dos, sabiendo la una de la otra, lo que esa sonrisa no quiere delatar...mi gran metamorfosis.
Con todo mi amor para Marinel
Laura Fernández
Me mostraste mi camino, guiándome desde tu precioso corazón, amándome, siendo correspondida con mi corazón. Eres conocedora de todo lo que me está sucediendo y aunque sabes más de lo que dices, callas por sabiduría. Eso hace que cada día aprenda más de ti. Tanto en mi consulta, como en mi día a día, en mi vida cotidiana de andar por casa, uso tanto tus enseñanzas....que me siento discípula tuya.
Aún sin llegarte ni a la suela, de los bellos zapatos que bailas, es un gozo haber aprendido de ti. ¿Cuántas más cosas van a cambiar en mi vida?Un gran torbellino de pasiones, emociones, enseñanzas, aprendizajes diarios, ¿cuántos más me quedarán?. Pues todo va muy deprisa en mi vida, este año corre muy raudo.
Sé que estás orgullosa de mí, y en tu trabajo para conmigo, tu corazón se llena de gozo al sentir la transformación.
Sí lo hiciste tu, gran maestra. No sé cómo agradecértelo, sin saber cierto, que ahora mismo cuando me leas, dos preciosas lágrimas, recorren tu bello rostro, encogen y ensanchan tu sensible corazón, mis humildes palabras de agradecimiento.
Pero no sé cómo hacerlo, nada de lo que aquí pueda exponer, expresa en realidad lo que estoy sintiendo en mi interior. Gracias por alentarme a escribir, cuando yo tenía tantas dudas sobre mi, gracias por confiar en mi, gracias por darme auto confianza, sin ti, mis libros no existirían.
Formas parte de mi pequeña o gran metamorfosis, como quieran llamarla, para mi es inmensa, no sé cómo la vivirán los demás que están a mi alrededor. Pero desde el día que pisé tu casa, llena de ti, mi metamorfosis empezó contigo a bailar, sufrimos mucho las dos, gran maestra.
Corazón tierno, suave rostro de mujer bella,enmarcado por dos grandes ventanas redondas como la luna, preciosas, tan bellas, que dan directamente a tu bonito corazón.....tus ojos.
¿Algún día podré agradecerte todo, gran maestra?Soy optimista y digo que sí, he reflexionado mientras te escribía estas letras y sé que sí, sabré hacerlo. Desde el humilde lugar en que me encuentre, sabré hacerlo y viéndote a ti tan orgullosa, sonreiré contigo.
Cómplices las dos, sabiendo la una de la otra, lo que esa sonrisa no quiere delatar...mi gran metamorfosis.
Laura Fernández
jueves, 12 de abril de 2012
Los ojos almendrados rellenos de pura miel
Es la dueña de un sarcástico carácter, lo que más le gusta es buscar el lado ácido de las cosas. Va envuelta en un halo de descuidado misterio, como si nadie pudiese darse cuenta de él. Vuela de flor en flor, sin saber aún donde poner su afilado aguijón.
Algún día descansará de tanto viaje, pues ya habrá visto todo el mundo, aunque no todo, lo que más le haya interesado. De amistades tiene el alma llena, su agenda hecho humo siempre que la busca. Valiente entre las más valientes personas que haya conocido en esta Tierra. Cruda, directa, sincera. Sabe guardar muy bien los secretos, pero sin embargo no sabe callarse ante lo que ella considera una injusticia,o simplemente le apetece decir.
Dotada de una inteligencia desbordante, me atrevería a decir superdotada, de ella ha hecho su vida como ha querido, sabiéndose ganar todos los proyectos que ha deseado.
Yo la admiro tanto como la quiero,no sé cual de las dos cosas puede más sobre la otra. Mi mayor crítica siempre, a la que le agradezco su dedicación porque sé que lo hace desde el amor. Lleva mi nombre, cosa que me enorgullece, me gusta que su madre pensase que sería un buen nombre para ella, siendo yo su referente.
Gran hembra silvestre, la más aguerrida de las féminas con su preciosa sonrisa, que solo saca a quien ella quiere, pues su carácter es muy fuerte y guarda el mejor corazón que jamás he visto en nadie.
Es éste tan tierno, que va blindado por una caja cerrada herméticamente. Pues muchas veces le hicieron daño y aunque no cuenta canas, podría contarlas, a pesar de su aspecto juvenil.
Hembra a temporal, por ella no pasan los años, pero ella si pasa por ellos, pues se aferra a cualquier forma de vida, e igual se monta en un helicóptero, como sería capaz de cualquier extrema aventura.
Crecí junto a ella, mi hermana pequeña, que aun sin ser mi hermana, es más que todo eso, es tantas cosas...que no sé cómo explicarlo. Siempre a mi lado, en lo bueno y en lo malo. Callándose cosas que le gustaría preguntar y no lo hace, porque es discreta.
Le gusta perderse entre la gente y conocer como viven los demás, adentrarse en otros países, huyendo de la realidad. Pues le hace daño tan cruda verdad.
Los hombres le tienen miedo, demasiado bella para tan poderosa inteligencia, demasiada mujer para tan poco hombre. Pero créanme, llegará un día que llegará un príncipe azul que enamorará su corazón tan bello, dibujando su sonrisa perpetua para siempre. Muchos hombres se han fijado en ella y ella ni se ha dado cuenta, porque en el fondo es muy ingenua.
Otro de sus encantos: su inocencia, bella inocencia de mujer que aun sin pintar canas, rizando el rizo de su precioso cabello, no se da cuenta de cómo la miran algunos al pasar. Ni siquiera como les gustaría a ellos, tenerla como compañera.
Algo que la convierte en admirable, es lo tremendamente generosa que es, siempre pendiente de los demás, a punto para ayudar a cualquiera que la necesite. Su familia es lo primero.
Dos grandes ojos almendrados, dulces como el color precioso de su miel, dibujan un bello rostro redondo, casi perfecto. Una sonrisa embaucadora y sincera que te llega al alma cuando la ves.
Querida dueña del corazón más sarcástico, sabes que vas dentro de mí.
Los rizos entrelazados de tu pelo, hacen de ti una persona única e inimitable, que todo quien te conoce te quiere.
Abre bien los ojos, hay muchas cosas ahí afuera para ti, dejarás de saltar de flor en flor y anidarás con un precioso amor solamente nacido para ti.......te quiere tu tia..........
Laura Fernández
Algún día descansará de tanto viaje, pues ya habrá visto todo el mundo, aunque no todo, lo que más le haya interesado. De amistades tiene el alma llena, su agenda hecho humo siempre que la busca. Valiente entre las más valientes personas que haya conocido en esta Tierra. Cruda, directa, sincera. Sabe guardar muy bien los secretos, pero sin embargo no sabe callarse ante lo que ella considera una injusticia,o simplemente le apetece decir.
Dotada de una inteligencia desbordante, me atrevería a decir superdotada, de ella ha hecho su vida como ha querido, sabiéndose ganar todos los proyectos que ha deseado.
Yo la admiro tanto como la quiero,no sé cual de las dos cosas puede más sobre la otra. Mi mayor crítica siempre, a la que le agradezco su dedicación porque sé que lo hace desde el amor. Lleva mi nombre, cosa que me enorgullece, me gusta que su madre pensase que sería un buen nombre para ella, siendo yo su referente.
Gran hembra silvestre, la más aguerrida de las féminas con su preciosa sonrisa, que solo saca a quien ella quiere, pues su carácter es muy fuerte y guarda el mejor corazón que jamás he visto en nadie.
Es éste tan tierno, que va blindado por una caja cerrada herméticamente. Pues muchas veces le hicieron daño y aunque no cuenta canas, podría contarlas, a pesar de su aspecto juvenil.
Hembra a temporal, por ella no pasan los años, pero ella si pasa por ellos, pues se aferra a cualquier forma de vida, e igual se monta en un helicóptero, como sería capaz de cualquier extrema aventura.
Crecí junto a ella, mi hermana pequeña, que aun sin ser mi hermana, es más que todo eso, es tantas cosas...que no sé cómo explicarlo. Siempre a mi lado, en lo bueno y en lo malo. Callándose cosas que le gustaría preguntar y no lo hace, porque es discreta.
Le gusta perderse entre la gente y conocer como viven los demás, adentrarse en otros países, huyendo de la realidad. Pues le hace daño tan cruda verdad.
Los hombres le tienen miedo, demasiado bella para tan poderosa inteligencia, demasiada mujer para tan poco hombre. Pero créanme, llegará un día que llegará un príncipe azul que enamorará su corazón tan bello, dibujando su sonrisa perpetua para siempre. Muchos hombres se han fijado en ella y ella ni se ha dado cuenta, porque en el fondo es muy ingenua.
Otro de sus encantos: su inocencia, bella inocencia de mujer que aun sin pintar canas, rizando el rizo de su precioso cabello, no se da cuenta de cómo la miran algunos al pasar. Ni siquiera como les gustaría a ellos, tenerla como compañera.
Algo que la convierte en admirable, es lo tremendamente generosa que es, siempre pendiente de los demás, a punto para ayudar a cualquiera que la necesite. Su familia es lo primero.
Dos grandes ojos almendrados, dulces como el color precioso de su miel, dibujan un bello rostro redondo, casi perfecto. Una sonrisa embaucadora y sincera que te llega al alma cuando la ves.
Querida dueña del corazón más sarcástico, sabes que vas dentro de mí.
Los rizos entrelazados de tu pelo, hacen de ti una persona única e inimitable, que todo quien te conoce te quiere.
Abre bien los ojos, hay muchas cosas ahí afuera para ti, dejarás de saltar de flor en flor y anidarás con un precioso amor solamente nacido para ti.......te quiere tu tia..........
Laura Fernández
sábado, 7 de abril de 2012
Bella por dentro, bella por fuera
Sí, así es ella, es mucho más bella por dentro que por fuera.
Usa su máscara más salvaje para que los depredadores no puedan con ella. Cambia de pelaje fácilmente pues está buscando su identidad más auténtica y presiento que la está encontrando. Es más frágil que la más bella artesanía, que el más puro cristal pudiera crear, pero mucho más fuerte que la roca que, aún cayéndole encima siempre la gota del agua que colma el vaso, no puede destruirla.
Solamente la va moldeando a su antojo, va aprendiendo de todo, su inteligencia es sobresaliente, una de entre sus muchas cualidades. Su bondad es la más bella de todas ellas, un gran corazón de oro dibuja un precioso cuerpo de mujer. Hembra de hierro forjado por fuera, bello y terroso barro fácil de moldear en su interior. La mejor amiga de sus amigos, quien la tenga por amiga, puede dar gracias al destino por haberla puesto en su camino. Siempre fiel en sus amistades, que tanto daño le han hecho a lo largo de su bello caminar, aprendiendo duramente a sobrevivir.
Es un ejemplar excepcional, cuyo pelaje ha mutado varias veces, aun sin encontrar el definitivo. En su camino,se encontró los machos más salvajes y despiadados que pudiesen haber habido en la jungla de la vida. Por eso el destino le tiene marcado... el mejor premio al final.
La mejor hija que nunca ninguna madre hubiese podido aspirar. Madre e hija, cuidando siempre de los demás, ella de su madre mucho más. Forma parte de ese tipo de especímenes que casi están en extinción por lo bello de su interior y lo poco que ven los demás; lo precioso de su corazón.
Sabe camuflarse ante la multitud para que nadie se de cuenta de que en realidad sufre, pues es tan bella por dentro, que no quiere que nadie sepa, que en realidad está sufriendo.
Si la conocierais como yo la conozco... todos la amaríais.
No os deslumbraría su bello plumaje, ni su altanero caminar, ni tan siquiera la magia de su sonrisa al despegar el vuelo de entre la multitud. La amaríais tanto, como le sucederá cuando en realidad cambie de plumaje, ya le queda poco.
Llega un bello cisne, el cisne más precioso que jamás hayáis podido encontrar, hagan me un favor, cuando cambie su pelaje y su plumaje se torne el más bello, del paraíso donde habita, háganselo saber.
Bello cisne, en cuerpo de mujer, nadie puede amarla como yo la amo. Que nadie más le haga daño, ni una sola persona más. Bello corazón de oro, labios enfurecidos en su rojo color, por besar bocas traidoras. Hembra carismática y salvaje, con tus andares de valiente, cada día más bella, saliendo al exterior el precioso oro de tu bello corazón.....para ti, precioso cisne, de tu mamá.
Laura Fernández
Usa su máscara más salvaje para que los depredadores no puedan con ella. Cambia de pelaje fácilmente pues está buscando su identidad más auténtica y presiento que la está encontrando. Es más frágil que la más bella artesanía, que el más puro cristal pudiera crear, pero mucho más fuerte que la roca que, aún cayéndole encima siempre la gota del agua que colma el vaso, no puede destruirla.
Solamente la va moldeando a su antojo, va aprendiendo de todo, su inteligencia es sobresaliente, una de entre sus muchas cualidades. Su bondad es la más bella de todas ellas, un gran corazón de oro dibuja un precioso cuerpo de mujer. Hembra de hierro forjado por fuera, bello y terroso barro fácil de moldear en su interior. La mejor amiga de sus amigos, quien la tenga por amiga, puede dar gracias al destino por haberla puesto en su camino. Siempre fiel en sus amistades, que tanto daño le han hecho a lo largo de su bello caminar, aprendiendo duramente a sobrevivir.
Es un ejemplar excepcional, cuyo pelaje ha mutado varias veces, aun sin encontrar el definitivo. En su camino,se encontró los machos más salvajes y despiadados que pudiesen haber habido en la jungla de la vida. Por eso el destino le tiene marcado... el mejor premio al final.
La mejor hija que nunca ninguna madre hubiese podido aspirar. Madre e hija, cuidando siempre de los demás, ella de su madre mucho más. Forma parte de ese tipo de especímenes que casi están en extinción por lo bello de su interior y lo poco que ven los demás; lo precioso de su corazón.
Sabe camuflarse ante la multitud para que nadie se de cuenta de que en realidad sufre, pues es tan bella por dentro, que no quiere que nadie sepa, que en realidad está sufriendo.
Si la conocierais como yo la conozco... todos la amaríais.
No os deslumbraría su bello plumaje, ni su altanero caminar, ni tan siquiera la magia de su sonrisa al despegar el vuelo de entre la multitud. La amaríais tanto, como le sucederá cuando en realidad cambie de plumaje, ya le queda poco.
Llega un bello cisne, el cisne más precioso que jamás hayáis podido encontrar, hagan me un favor, cuando cambie su pelaje y su plumaje se torne el más bello, del paraíso donde habita, háganselo saber.
Bello cisne, en cuerpo de mujer, nadie puede amarla como yo la amo. Que nadie más le haga daño, ni una sola persona más. Bello corazón de oro, labios enfurecidos en su rojo color, por besar bocas traidoras. Hembra carismática y salvaje, con tus andares de valiente, cada día más bella, saliendo al exterior el precioso oro de tu bello corazón.....para ti, precioso cisne, de tu mamá.
Laura Fernández
miércoles, 28 de marzo de 2012
Mi forma de trabajar
Mi trabajo me apasiona, podría tirarme las veinticuatro horas del día trabajando, porque es lo mejor que me ha sucedido nunca, poderos ayudar es lo más gratificante del mundo.
Estas palabras es para agradeceros a todos los que confiáis en mí todo, lo que me enseñáis aportándome tantas cosas gratificantes, que no sé como agradecer. Me hacéis sentir realmente bien, me hacéis feliz.
Cuando trabajo con vosotros y veo los cambios en vuestro cuerpo, como las palpitaciones en mi mano, como un órgano deja de estar caliente, o simplemente noto la cara de felicidad y relajación que adoptáis, me hacéis sonreír.
Cuando después abrís los ojos y me comentáis lo que habéis percibido y las cosas que habéis visto, es muy importante para mí.¡ Me enseñáis tanto!, que no sabré jamás como agradecerlo ni a quién. Bueno a quién si lo sé, pero no podré hacerlo con toda la intensidad que desearía.
Saber como os van desapareciendo dolores, que estaban ahí desde hacía mucho tiempo y que ni vosotros comprendéis como puede ser, yo menos pero................ ¡es fantástico!.
Trabajar con vosotros no me cansa, me enseña día a día y me va abriendo el camino intrépido de la jungla en la que me encuentro sobreviviendo.
Lo más apasionante viene después cuando charlamos durante un largo rato, sobre lo que hemos sentido y sobretodo cuando me llamáis al día siguiente, o dentro de un par de días para decirme como tal o cual cosa se os ha arreglado y encima me dais las gracias. Sois maravillosos, todos.
Os quiero, gracias por dejarme hacer de mi profesión una auténtica vocación.
Vuestra terapeuta......
Laura Fernández
Estas palabras es para agradeceros a todos los que confiáis en mí todo, lo que me enseñáis aportándome tantas cosas gratificantes, que no sé como agradecer. Me hacéis sentir realmente bien, me hacéis feliz.
Cuando trabajo con vosotros y veo los cambios en vuestro cuerpo, como las palpitaciones en mi mano, como un órgano deja de estar caliente, o simplemente noto la cara de felicidad y relajación que adoptáis, me hacéis sonreír.
Cuando después abrís los ojos y me comentáis lo que habéis percibido y las cosas que habéis visto, es muy importante para mí.¡ Me enseñáis tanto!, que no sabré jamás como agradecerlo ni a quién. Bueno a quién si lo sé, pero no podré hacerlo con toda la intensidad que desearía.
Saber como os van desapareciendo dolores, que estaban ahí desde hacía mucho tiempo y que ni vosotros comprendéis como puede ser, yo menos pero................ ¡es fantástico!.
Trabajar con vosotros no me cansa, me enseña día a día y me va abriendo el camino intrépido de la jungla en la que me encuentro sobreviviendo.
Lo más apasionante viene después cuando charlamos durante un largo rato, sobre lo que hemos sentido y sobretodo cuando me llamáis al día siguiente, o dentro de un par de días para decirme como tal o cual cosa se os ha arreglado y encima me dais las gracias. Sois maravillosos, todos.
Os quiero, gracias por dejarme hacer de mi profesión una auténtica vocación.
Vuestra terapeuta......
Laura Fernández
martes, 13 de marzo de 2012
Su nombre, Fernando
Hoy es un día importante para mí. Hace quince años que volví a nacer, supongo que no sería el momento de irme,por eso sigo aquí. Es un homenaje a todas las personas que me quieren y estuvieron a mi lado. Pero sobre todo a mi marido y a mis dos hijos, que sufrieron cada uno a su manera.
Estaba de ocho meses, el día anterior había estado en mi ginecóloga, quien pensó que irse de vacaciones de semana santa, sería más divertido que atender mi parto y me lo adelantó nada menos que un mes. Me citó para la mañana siguiente muy temprano en el hospital. Ese día fui a comprar el regalo de mi madre, con toda mi barriga conmigo, pues sería pronto su cumpleaños y terminé de hacer las últimas compras. Ah, también fui a la peluquería, antes muerta que sencilla.
Por la mañana bien temprano nos fuimos para la clínica, mi familia asustada, pues no entendían porqué me ingresaban estando de ocho meses recién cumplidos. La comadrona no me encontraba en el hall del hospital, pues no se me notaba mucho el embarazo estando de espaldas. Y cara de parturienta como que no tenía. Ella no se explicaba qué hacía allí, yo menos.
Me dieron una habitación y me dijo que me iban a provocar el parto, ella no entendía el motivo,pero ya saben que nadie tira piedras en su propio tejado y aunque no estaba muy conforme hizo su trabajo. Lo más fuerte fue cuando me dijo, tu empuja con las manos tu barriga hacia abajo, llevaba en sus manos una aguja enorme, y cuando digo enorme debería de hacer unos quince centímetros. Con ella me rompió las aguas. No me hizo daño y no dije nada.
Era un día soleado como el de hoy de hace quince años. La mujer tenía una cara de asustada que no me relajaba nada a mí, era una señora extranjera, quien parecía por su edad que sabía lo que se hacía y aquel parto no le parecía nada lógico.
Enseguida llegaron los dolores, era mi segundo hijo, les aseguro que no eran dolores normales de parto, eran inhumanos, no podía soportarlos, tampoco dije nada.
Me monitorizaron enseguida y el precioso niño que llevaba dentro, que había estado encajado desde los cinco meses, se subió hacia mis costillas como queriendo huir de la quema.
Eran más o menos las doce del medio día, mis dolores seguían, entró mi doctora para decirme que en cuanto estuviese, de no sé cuántos centímetros me pondrían la epidural.
No sé cuanto tiempo tardé en llegar a esos dichosos centímetros, pero me parecieron años. Estaba allí mi hermana Elvira, mi madre, mi esposo, en una salita adicional que tenía mi habitación.
Yo solo veía la cara de mi madre, pudiendo leer en su mirada el miedo que estaba pasando, pues percibía que pensaba que aquello no era normal. Llegué con valentía, sin quejarme lo más mínimo, a los centímetros necesarios para ponerme la epidural.
Me bajaron a quirófano, me advirtieron de que no me moviera y todo saldría bien, si no, tendrían que pincharme unas cuantas veces. Ni la más afilada navaja me hubiese podido mover, quedé quieta y con un pinchazo fue suficiente. Por fin...terminaron los terribles dolores, no sé si fueron dos o tres horas, pero se me hicieron eternas. Subimos de nuevo a la habitación, otra vez con la máquina y el monitor, toda llena de cinturones y el niño que se subía cada vez más y más para arriba. Lo pasamos los dos, realmente mal, así estuve hasta las cinco y media de la tarde.
Sólo hacía que ver la cara de mi madre, que sin poder evitarlo, sin decirme nada, reflejaba en su rostro la angustia que estaba pasando. La pobre se fue al Cristo de La Sangre a poner un cirio.
De pronto volvió mi doctora con la cara desencajada, con dos matronas más, al verles la cara a todas, pensé que aquello iba muy mal, ya lo había pensado durante todas las horas que habían pasado. Pero realmente pensé que el niño nacería bien y yo me iría a otros mundos. La cara de todas las mujeres que entraron parecían confirmarlo, mi madre desde el quicio de la puerta, también. Pero no dije nada.
Me bajaron y ya me dijo mi doctora que no dilataba, que tenían que hacerme una cesásera, ¡cómo iba a dilatar si estaba de ocho meses!.
Lo que pasó en el quirófano fue surrealista, con mi epidural no necesitaban más anestesia, pero oír y sentir como te sierran el cuerpo, es bastante fuerte, más si puedes respirar el olor a piel quemada. De tanto en tanto, tenía que pedir que pararan, porque tenía vómitos.
Menos mal que fue todo rápido, de repente se hizo una preciosa luz:
---Es un niño--- me dijo la doctora. Y entonces, le vi.
Era precioso, muy blanco de piel y muy grande. Su llanto era agudo, estaba colgado como un conejo de la mano de una mujer. Pensé en mi hermana Mari, me recordó a ella.
Mi madre estaba detrás de las puertas del quirófano, también le oyó, a mí me había escuchado hablar durante todo el tiempo transcurrido.
Pasó el día amargo de un trece de marzo, de hace hoy quince años. Y llegó el bebé más hermoso que nadie pueda imaginar. Muy grande, peso tres quilos y medio con solo ocho meses, midió cincuenta centímetros.
El pobre se ve que lo pasó muy mal durante las seis horas que estuvo sufriendo, pues durante todo el día siguiente y la toda la noche estuvo gimiendo, como cuando has llorado mucho. Fue un bebé sano y precioso, enorme, que se tomaba los biberones hasta el final.
Intenté darle de mamar, pero no lo conseguí, después de unos días pasamos al biberon.
Estuve ingresada quince días, pues no me atendieron bien y cogí una fuerte infección de orina. Tuve mucha fiebre durante los días que estuve ingresada.
Al finalizar los quince días, en los cuales mi hijo Fernando, tuvo ictericia, (no queríamos que nada fuera sencillo, como ven). Nos fuimos a casa.
Hoy hace quince años que volví a nacer y que nació mi pequeño hijo, más grande que yo.
Feliz día de tu cumpleaños, divino y bello trozo de mí.
Te quiere..mamá.
Laura Fernández
Estaba de ocho meses, el día anterior había estado en mi ginecóloga, quien pensó que irse de vacaciones de semana santa, sería más divertido que atender mi parto y me lo adelantó nada menos que un mes. Me citó para la mañana siguiente muy temprano en el hospital. Ese día fui a comprar el regalo de mi madre, con toda mi barriga conmigo, pues sería pronto su cumpleaños y terminé de hacer las últimas compras. Ah, también fui a la peluquería, antes muerta que sencilla.
Por la mañana bien temprano nos fuimos para la clínica, mi familia asustada, pues no entendían porqué me ingresaban estando de ocho meses recién cumplidos. La comadrona no me encontraba en el hall del hospital, pues no se me notaba mucho el embarazo estando de espaldas. Y cara de parturienta como que no tenía. Ella no se explicaba qué hacía allí, yo menos.
Me dieron una habitación y me dijo que me iban a provocar el parto, ella no entendía el motivo,pero ya saben que nadie tira piedras en su propio tejado y aunque no estaba muy conforme hizo su trabajo. Lo más fuerte fue cuando me dijo, tu empuja con las manos tu barriga hacia abajo, llevaba en sus manos una aguja enorme, y cuando digo enorme debería de hacer unos quince centímetros. Con ella me rompió las aguas. No me hizo daño y no dije nada.
Era un día soleado como el de hoy de hace quince años. La mujer tenía una cara de asustada que no me relajaba nada a mí, era una señora extranjera, quien parecía por su edad que sabía lo que se hacía y aquel parto no le parecía nada lógico.
Enseguida llegaron los dolores, era mi segundo hijo, les aseguro que no eran dolores normales de parto, eran inhumanos, no podía soportarlos, tampoco dije nada.
Me monitorizaron enseguida y el precioso niño que llevaba dentro, que había estado encajado desde los cinco meses, se subió hacia mis costillas como queriendo huir de la quema.
Eran más o menos las doce del medio día, mis dolores seguían, entró mi doctora para decirme que en cuanto estuviese, de no sé cuántos centímetros me pondrían la epidural.
No sé cuanto tiempo tardé en llegar a esos dichosos centímetros, pero me parecieron años. Estaba allí mi hermana Elvira, mi madre, mi esposo, en una salita adicional que tenía mi habitación.
Yo solo veía la cara de mi madre, pudiendo leer en su mirada el miedo que estaba pasando, pues percibía que pensaba que aquello no era normal. Llegué con valentía, sin quejarme lo más mínimo, a los centímetros necesarios para ponerme la epidural.
Me bajaron a quirófano, me advirtieron de que no me moviera y todo saldría bien, si no, tendrían que pincharme unas cuantas veces. Ni la más afilada navaja me hubiese podido mover, quedé quieta y con un pinchazo fue suficiente. Por fin...terminaron los terribles dolores, no sé si fueron dos o tres horas, pero se me hicieron eternas. Subimos de nuevo a la habitación, otra vez con la máquina y el monitor, toda llena de cinturones y el niño que se subía cada vez más y más para arriba. Lo pasamos los dos, realmente mal, así estuve hasta las cinco y media de la tarde.
Sólo hacía que ver la cara de mi madre, que sin poder evitarlo, sin decirme nada, reflejaba en su rostro la angustia que estaba pasando. La pobre se fue al Cristo de La Sangre a poner un cirio.
De pronto volvió mi doctora con la cara desencajada, con dos matronas más, al verles la cara a todas, pensé que aquello iba muy mal, ya lo había pensado durante todas las horas que habían pasado. Pero realmente pensé que el niño nacería bien y yo me iría a otros mundos. La cara de todas las mujeres que entraron parecían confirmarlo, mi madre desde el quicio de la puerta, también. Pero no dije nada.
Me bajaron y ya me dijo mi doctora que no dilataba, que tenían que hacerme una cesásera, ¡cómo iba a dilatar si estaba de ocho meses!.
Lo que pasó en el quirófano fue surrealista, con mi epidural no necesitaban más anestesia, pero oír y sentir como te sierran el cuerpo, es bastante fuerte, más si puedes respirar el olor a piel quemada. De tanto en tanto, tenía que pedir que pararan, porque tenía vómitos.
Menos mal que fue todo rápido, de repente se hizo una preciosa luz:
---Es un niño--- me dijo la doctora. Y entonces, le vi.
Era precioso, muy blanco de piel y muy grande. Su llanto era agudo, estaba colgado como un conejo de la mano de una mujer. Pensé en mi hermana Mari, me recordó a ella.
Mi madre estaba detrás de las puertas del quirófano, también le oyó, a mí me había escuchado hablar durante todo el tiempo transcurrido.
Pasó el día amargo de un trece de marzo, de hace hoy quince años. Y llegó el bebé más hermoso que nadie pueda imaginar. Muy grande, peso tres quilos y medio con solo ocho meses, midió cincuenta centímetros.
El pobre se ve que lo pasó muy mal durante las seis horas que estuvo sufriendo, pues durante todo el día siguiente y la toda la noche estuvo gimiendo, como cuando has llorado mucho. Fue un bebé sano y precioso, enorme, que se tomaba los biberones hasta el final.
Intenté darle de mamar, pero no lo conseguí, después de unos días pasamos al biberon.
Estuve ingresada quince días, pues no me atendieron bien y cogí una fuerte infección de orina. Tuve mucha fiebre durante los días que estuve ingresada.
Al finalizar los quince días, en los cuales mi hijo Fernando, tuvo ictericia, (no queríamos que nada fuera sencillo, como ven). Nos fuimos a casa.
Hoy hace quince años que volví a nacer y que nació mi pequeño hijo, más grande que yo.
Feliz día de tu cumpleaños, divino y bello trozo de mí.
Te quiere..mamá.
Laura Fernández
jueves, 1 de marzo de 2012
Qué interesante es la vida
La vida es tan interesante, te acompaña cada día el dulce sabor de compartirla con las personas que más quieres. Pero es tan sumamente apasionante que así como vas viviendo tu vida, al pasar de los años. Ella te pone personas en tu caminar. Personas sumamente interesantes, con tus mismos gustos, tu misma forma de ser y vivir la vida. La misma manera de respirarla, y de beber cada sorbo de vida, que llena la copa de tu día a día.
Siguen estando las personas de siempre, con las que te unen tantas y tantas vivencias. Que es un placer estar a su lado. Tus amigos de toda la vida, tus conocidos, las personas que viven cerca de tu entorno. Ellas también forman parte del guión fantástico de tu existencia. Y han compartido contigo las numerosas experiencias que te han sucedido, siendo testigos de tu caminar.
A algunas las has ido apartando, o se han ido apartando ellas. Porque cada uno llena un distinto destino, y los caminos son diferentes. Han cogido otra parada de autobús, y ya no les ves cuando te subes en el autobús de tu vida. Aunque sientes que siguen estando ahí, y tienes dentro de tu corazón, siempre un trocito para ellos, y seguro que ellos sienten lo mismo. Pero están en otra ruta, y nunca coinciden los autobuses al pasar.
Lo más apasionante de todo, para mi punto de vista, son las personas que te van poniendo a cada paso, de las que aprendes todo, absolutamente todo, porque todo lo que te enseñan es nuevo para ti.
Y vibras en su mismo acorde, y cantas en su mismo tono. Y te gusta. Basta que sonrían para hacerte reír a ti. Es algo fantástico.
Después están las personas de tu pasado, esas que desaparecieron, las que por cosas de la vida, no volviste a ver nunca más. Y como la vida es cíclica, y todo siempre vuelve, te las vuelves a encontrar. Hoy me ha sucedido eso, me he encontrado con un chico que no había visto desde que yo, contaba trece años, y por mura magia, ambos nos hemos reconocido.
Es apasionante vivir, os lo aseguro. Me encanta sentir como todo vuelve siempre a empezar, y que todo sucede por algo.
Me encanta cuando pienso mucho en una persona, y después me la encuentro por la calle, o me llama por teléfono. Pienso que cuando te encuentras muchas veces a una persona, es por algo, y algo tiene que traer a tu vida. Hoy también me ha pasado eso.
Qué vida tan interesante.
Laura Fernández
Siguen estando las personas de siempre, con las que te unen tantas y tantas vivencias. Que es un placer estar a su lado. Tus amigos de toda la vida, tus conocidos, las personas que viven cerca de tu entorno. Ellas también forman parte del guión fantástico de tu existencia. Y han compartido contigo las numerosas experiencias que te han sucedido, siendo testigos de tu caminar.
A algunas las has ido apartando, o se han ido apartando ellas. Porque cada uno llena un distinto destino, y los caminos son diferentes. Han cogido otra parada de autobús, y ya no les ves cuando te subes en el autobús de tu vida. Aunque sientes que siguen estando ahí, y tienes dentro de tu corazón, siempre un trocito para ellos, y seguro que ellos sienten lo mismo. Pero están en otra ruta, y nunca coinciden los autobuses al pasar.
Lo más apasionante de todo, para mi punto de vista, son las personas que te van poniendo a cada paso, de las que aprendes todo, absolutamente todo, porque todo lo que te enseñan es nuevo para ti.
Y vibras en su mismo acorde, y cantas en su mismo tono. Y te gusta. Basta que sonrían para hacerte reír a ti. Es algo fantástico.
Después están las personas de tu pasado, esas que desaparecieron, las que por cosas de la vida, no volviste a ver nunca más. Y como la vida es cíclica, y todo siempre vuelve, te las vuelves a encontrar. Hoy me ha sucedido eso, me he encontrado con un chico que no había visto desde que yo, contaba trece años, y por mura magia, ambos nos hemos reconocido.
Es apasionante vivir, os lo aseguro. Me encanta sentir como todo vuelve siempre a empezar, y que todo sucede por algo.
Me encanta cuando pienso mucho en una persona, y después me la encuentro por la calle, o me llama por teléfono. Pienso que cuando te encuentras muchas veces a una persona, es por algo, y algo tiene que traer a tu vida. Hoy también me ha pasado eso.
Qué vida tan interesante.
Laura Fernández
martes, 21 de febrero de 2012
Como sobrevivir en la marea de tu día a día
¿Cómo hacerlo?¿Cómo puedo llegar a la otra orilla habiendo olas que me empujan contra las rocas?. Y aún sabiendo nadar, que sé, me resulta difícil. Eso pensamos todos diariamente, pues es difícil sobrevivir entre las olas y pegarse mientras tanto contra las rocas puntiagudas que arañan, nuestro malogrado cuerpo.
¿Qué puedo hacer? Puedo nadar más deprisa, pero aun así las olas me pueden, aun así me arrastran y me golpeo contra la escarpada roca que araña mi piel.
Entonces y si buceo bajo el mar, e intento llegar a la otra orilla, disimuladamente como si no quisiese que las olas me vieran. Como si no existieran. Quizás así deje de darme golpetazos contra las rocas.
Eso haré bucearé rápido, a ver si llego a la otra orilla, antes de que vuelva a subir la marea y me arrastre, como veo que va arrastrando a una multitud que va contra corriente.
Voy a intentarlo, cojo aire, y buceo todo lo rápido que puedo y sé. Casi lo consigo, pero otra ola me llevó hacia atrás. No me doy por vencida y vuelvo de nuevo. No voy a ser como la multitud que está nadando contra corriente, voy a apresurarme antes de que vuelva a subir y bucearé lo más rápido que pueda, tengo que ganarle, debo ganarle.
Solamente los que luchan, llegan a la otra orilla y no se los lleva la marea, ni nadan contra corriente, tan solo llegan a la otra orilla, y pueden salir a la superficie. Subiendo con sus pies sobre las rocas que aunque escarpadas, te permiten caminar si vas con cuidado.
Bucea, bucea, no pares de intentarlo, nada deprisa, que nada ni nadie te pare. Que la marea no te pueda. Ni la marea ni una terrible tempestad ,que pueda avecinarse estando en alta mar. Tu sigue buceando, mantente alerta.
Pronto muy cerca de ti, está la otra orilla, ya llegas..¿ves?, lo conseguiste.
Puedes llegar a la orilla aunque las olas te empujen................ aunque te intente arrastrar la marea.
Laura Fernández
¿Qué puedo hacer? Puedo nadar más deprisa, pero aun así las olas me pueden, aun así me arrastran y me golpeo contra la escarpada roca que araña mi piel.
Entonces y si buceo bajo el mar, e intento llegar a la otra orilla, disimuladamente como si no quisiese que las olas me vieran. Como si no existieran. Quizás así deje de darme golpetazos contra las rocas.
Eso haré bucearé rápido, a ver si llego a la otra orilla, antes de que vuelva a subir la marea y me arrastre, como veo que va arrastrando a una multitud que va contra corriente.
Voy a intentarlo, cojo aire, y buceo todo lo rápido que puedo y sé. Casi lo consigo, pero otra ola me llevó hacia atrás. No me doy por vencida y vuelvo de nuevo. No voy a ser como la multitud que está nadando contra corriente, voy a apresurarme antes de que vuelva a subir y bucearé lo más rápido que pueda, tengo que ganarle, debo ganarle.
Solamente los que luchan, llegan a la otra orilla y no se los lleva la marea, ni nadan contra corriente, tan solo llegan a la otra orilla, y pueden salir a la superficie. Subiendo con sus pies sobre las rocas que aunque escarpadas, te permiten caminar si vas con cuidado.
Bucea, bucea, no pares de intentarlo, nada deprisa, que nada ni nadie te pare. Que la marea no te pueda. Ni la marea ni una terrible tempestad ,que pueda avecinarse estando en alta mar. Tu sigue buceando, mantente alerta.
Pronto muy cerca de ti, está la otra orilla, ya llegas..¿ves?, lo conseguiste.
Puedes llegar a la orilla aunque las olas te empujen................ aunque te intente arrastrar la marea.
Laura Fernández
Suscribirse a:
Entradas (Atom)