jueves, 21 de junio de 2012

Sigue nadando

Y sigo nadando, pretendo no hundirme, pero cansa. La marea sigue subiendo y aunque crucé la otra vez al otro lado, ahora al volverme a tirar para seguir nadando, siento que me cuesta más que antes. Las olas siguen golpeándome contra las rocas, arañan mi delicada piel, golpean mi cuerpo. Pero sé que debo seguir nadando, la corriente no me ayuda, pues en mi viaje debo ir en contra de ella.
¡Cuántas olas!, apenas me dejan sacar mi nariz de vez en cuando, para respirar. Pero sigo nadando, sin mirar atrás, debo conseguir volver a cruzar la distancia, que me separa de mi futuro incierto.
Veo a lo lejos muchas personas que desisten y se dejan llevar por la corriente, no puedo permitirme eso, debo seguir nadando. No sé si voy a conseguirlo, pienso mientras trago, un sorbito de agua realmente salada, que hace que tome consciencia, de dónde estoy y de que no debo pensar,si no actuar.
No puedo pararme, debo continuar, por mucho que mi cuerpo me duela de tanto golpe, por mucho que las olas me empujen hacia el otro lado, sé que debo seguir nadando. Pienso en los que están detrás de mí, intentando ver si lo consigo para después tirarse ellos, para así poder llegar al otro lado de las rocas.
Al pensar en ellos, girándome les miro, dándoles aliento con mi sonrisa, que no sé de dónde la saco, pues en verdad no sé si llegaré. Pero ellos están allí confiando en mí, esperando a que consiga ir contra corriente y librarle la batalla al fuerte oleaje que golpea mi cuerpo con fuerza. Debo conseguirlo por ellos y por mi misma, necesitan un ejemplo a seguir, alguien que les guíe, están perdidos como yo, entre las rocas, y no saben salir. Ellos miran también, a las personas que se dejan llevar por la corriente, desesperados por no haber podido luchar con las encendidas olas. Les ven desesperados, por que viene un acantilado y se augura lo peor, caerán al vacío, quizás mueran al golpearse desde tan alto. Nadie grita, pero el miedo se les puede notar, mientras les veo dejarse llevar.
De pronto una fuerza inmensa, nace dentro de mí y me hace reaccionar. Recuerdo que la otra vez, buceé hacia las rocas y lo conseguí, las engañé bajo el mar, como si pudiese esconderme de ellas y conseguí cruzar al otro lado. Miro de nuevo a todas las personas, que están detrás de mí, esperando a ver qué pasa conmigo, para ver si pueden seguirme. Siento de repente que si deben venir hacia mí, aunque se golpeen, aunque dañen su cuerpo, vamos a lograr cruzar, el bravo oleaje de un mar salvaje, ennegrecido por la profundidad de sus rocas en el fondo.
Van entrando lentamente en el mar y como si de magia se tratase, les cuesta menos que a mí, van nadando deprisa, se golpean fuertemente, se arañan, pero van avanzando. Estiro mis brazos, aún sin apenas poderme mantener a flote, y nos unimos brazo a brazo, mano a mano, y estirando de ellos, consigo que hagamos más fuerza.
Ya casi llego a la otra orilla, estoy realmente cansada, mi cuerpo sangra de dolor. Pero al girarme hacia la derecha y ver a la persona que está cogida de mi mano, una sonrisa sincera, me hace devolverme las ganas de luchar,¡lo vamos a conseguir!. Hay una roca resbaladiza justo al lado de mí, que me permite agarrarme fuertemente a ella y estirar de todos los que vienen tras de mí.
Nadie grita, usan toda su fuerza en nadar contra la corriente, lo están logrando, me hacen sonreír. Le pido a mi compañero que tome mi cintura, para soltar mi mano, voy a intentar cogerme a las hirientes rocas que están ya muy cerca de mí, estamos ya al otro lado. Con mucha fuerza interior, logro sacar mi cuerpo del agua, y agarrarme fuertemente. ¡Cuánto dolor siento!, pero lo he conseguido, estoy arriba, llena de arañazos, la sangre recorre mi blanca piel, mi cara sonriente, ve cómo los demás están ya subiendo también, ayudándose unos a otros. Yo tiro de quién está más cerca de mi.
¡Lo conseguí!, estamos todos ya arriba, las magulladuras harán que no olvidemos que lo conseguimos, que la marea es difícil de navegar, pero no imposible. Veo a lo lejos como van cayendo por el acantilado, a los que se han dejado llevar por la corriente y no puedo evitar que las lágrimas afloren mi piel. Pero la risa, y el entusiasmo de los gritos, de los que siguen subiendo hacia la roca en la que me encuentro, hacen que me sienta bien y me dan aliento para seguir nadando en la marea de mi vida.
Que ningún tipo de marea, marejada o impetuoso temporal, te haga desistir jamás de seguir tu camino, lucha, nada, mueve fuerte los pies, hasta que encuentres la roca que por muy escarpada que sea, te mantendrá en pie.

Laura Fernández

No hay comentarios:

Publicar un comentario