Le vi en una foto y un impulso me hizo saber que ese ser era para mí. Aún sabiendo que mi esposo no quería animales en casa, pedí adoptarle por unos días. Fue una sensación muy extraña, nunca antes me había pasado, al ver las múltiples fotos en mi facebook de animales sin hogar, pero él era diferente, era para mí.
Me asaltaron todo tipo de dudas, no sabía si mi esposo querría tenerlo, si yo sería capaz de responsabilizarme de él. Estuve muy dudosa. Entonces llegó de manos de Judith, en cuanto le vi supe que era él, mi mascota, mi pequeño peludo. Tan guapo, dos grandes orejas adornan su preciosa y pecosa carita, haciéndole por su porte el faraón de mi casa. Enseguida sin estar acotumbrada a tener animales en los brazos, le cogí entre los míos. Fue un flechazo, el animal no se extrañó en absoluto en la casa, ni estando conmigo y enseguida se quedó dormido en mi regazo, muy pegado a mí.
Pasamos dos noches muy duras, me costó mucho acostumbrarle a dormir en la terraza en su camita y ni mi hijo ni yo dormimos durante dos noches, para que él no llorara. Pero debía acostumbrarse a dormir allí afuera, era su hogar. Yo seguía muy nerviosa, quería hacerlo tan bien, que el estrés se apoderaba de mí, pero poco a poco, iba aprendiendo día a día. Mi esposo quien no quería perros en casa, fue el primero que se encariñó con él, no pudiéndose ir a trabajar sin haber estado un ratito con él. Al principio no sabía cómo contarle que me iban a traer un perro, sabía muy claramente que él no quería animales. Pero al llegar se lo dije y refunfuñando se fue hacía la habitación, sin apenas quejarse por lo bajo.
Mi hijo prometió comprometerse para con él y cuidarle en todos los aspectos (algo que no está cumpliendo a la perfección), porque es tanto el amor que siento hacía Ra, que no me importan levantarme temprano para darle su desayuno, o atenderle en cualquier otro momento. Tener un cachorro, es duro, es como enseñarle a un niño lo que debe o no debe hacer. Aunque he tenido otras mascotas y todas han sido muy inteligentes, me sorprende lo mucho que te puede entender un animal y las cosas que puede llegar a hacer para llamar tu atención, tanto para bien, como para mal.
Es bastante hiperactivo y cuando le entran las ganas de jugar, nos tiene locos a todos. Mi casa está hecha un desastre, todo el día con la fregona, parezco Cenicienta. Pues aunque sabe claramente dónde debe hacer sus necesidades y las hace cuando le da la gana en su periódico o en la terraza, de vez en cuando nos deja algún pequeño regalito, para ver cómo reaccionamos nosotros.
Es duro, es cansado, araña con sus dientes y hace mucho daño, aunque estoy enseñándole a tomar el mordedor, si te descuidas da unos buenos bocados que aunque con cariño, con sus afilados dientes....duelen.
Pero todas las noches al irme a dormir y al despertar pienso en él, en su ternura, en sus ojitos dulces llenos de amor, en los besitos que da cuando está contento o tranquilo. Sé que ha venido a mí por un motivo, debía pagar algo y todo en esta vida se paga. Le doy gracias por haberme dado la oportunidad de hacerlo. Al salir a la calle, todo el mundo le para por lo simpático que es, pues se tira enseguida a saludar y porque es muy lindo, sus grandes orejas hacen de él un can muy simpático......Es amor puro...se llama Ra.
Laura Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario