domingo, 15 de junio de 2014

La extrema sensibilidad

Él era tan frágil como la copa de cristal que choca contra el gélido mármol y se agrieta despiadada.
Ella abrupta como un volcán en plena efervescencia y, aún siendo conocedora de ello y sin querer dañarle..lo hacía normalmente.
Nadaban sus pupilas entre las sábanas de su cama cada anochecer. Las de él...
Compañeros del alma, guerreros en la batalla de la vida, lidiando contra la tortura del amor que les ataba.
En su interior sabía con certeza que jamás le pertenecería. Aún así...jamás dejaría de amarla.
La extrema sensibilidad que envolvía su alma desbordada, no le permitía acercarse hacia ella, temiendo su reacción, podía desencantarla.
Extremadamente sensitivo, a pesar de amarla en la distancia...le deseaba lo mejor. Siempre iba a cuidarla, protegiéndola de la tormenta, atraiéndola hacia la calma.
La fémina por su parte, construyó un mullido camastro en el interior de su corazón, compartiendo de ese modo con él sus sentimientos.
Cada uno de ellos amaba en un idioma distinto, si bien ambos...se entendían sin palabras.
Jamás sus bocas rozarían sus pensamientos, nunca sus pieles tocarían el cielo con las manos. No conocerían el aliento cálido de sus palabras.
Ambos lo sabían...no obstante...se adoraban. La admiración que procesaban uno por el otro les unía todavía más en la distancia..
Como se aman las ninfas del bosque de los sueños, como se ama cuando sólo eres alma.
Caminantes entrelazados ayudándose perennemente. Compañeros, amigos, leales descendientes de las más duras batallas.
Nadie podría unirlos...porque nunca se habrían desatado sus almas.


Laura Fernández.



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