La conoció siendo muy niña. Fue su enemiga pues era la ladrona del ángel que ella más quería...
Cuando la vio por primera vez le sorprendió su tez perfecta, como de porcelana.
Los profundos ojos noche, rasgados, morunos. Una extensa melena de pelo rojo rubí, hacía de ella la chica más guapa que hubiese visto nunca.
Aquella niña todavía recuerda su atuendo, le llamaba la atención la forma de mostrarse que tenía ante el mundo.
Era especial, diferente...extravagantemente bella.
Aún siendo una ladrona, comprendía porqué él la eligió, si era tan linda.
La niña la quiso con el tiempo. Ella le quitaba los mimos de su amado, al que la pequeña tanto quería.
En su corta edad sentía celos su pequeño y tierno corazón.
Ni siquiera el ángel de pelo largo sabrá nunca cuánto le quería y cuánto le sigue queriendo.
Un ángel en la tierra marabunta en la que habitamos.
El mar separaba sus vidas y hasta muchos años después no volverían a encontrarse.
La niña, ya adolescente. La hembra, más mujer.
La pequeña ya no sintió celos y notó empatía enseguida hacia ella.
Cuando el mar la devolvió a la tierra que la vio nacer, quiso comunicarse con su querido ángel de pelo largo.
Con sorpresa recibió las cartas del puño y letra de la hembra de pelo rojo rubí.
Durante un largo espacio de tiempo se cartearon con cariño una hacia la otra.
Con el paso de los años las cartas dejaron de llegar, cada una se dedicó a vivir la vida como mejor sabía.
Sin embargo, el destino suele ganarnos las trampas que le ponemos a él.
Y volvieron a encontrarse, la niña ya era una mujer. Fue en la despedida desde el corazón de una hembra muy fuerte...mujer Marina, que partió hacia otros lares.
Eran tantos los años transcurridos que la hembra de pelo rojo rubí, no reconoció a aquella niña ahora mujer.
Quien tanto la envidiara de pequeña.
La magia surgió entre ambas envolviéndolas.
Chispas de energía danzaban a su alrededor. Una a la otra se explicaron miles de cosas en un breve espacio de tiempo.
El resto de habitantes del lugar daban vueltas cerca de ellas sin comprender nada (incluído el ángel de pelo largo).
Asombrado por la mujer en la que se había convertido aquella mocosa niña. Sin dar crédito a lo que ocurría.
Los años transcurrieron, fueron treinta o quizás más.
La hembra todavía portaba su pelo rojo rubí. Lo había convertido en media melena y lo lucía rizado, salvaje, como la bereber que en realidad había sido siempre.
La mirada era la misma. Ojos negros como el desierto más oscuro. Rasgados, repletos de magia moruna.
Su risa contagiosa, una mirada franca, la voz envolvente, tierna y seductora.
Dotada de un escueto cuerpo bello de mujer. Hembra enigmática, salvaje, rebelde hasta cansar.
A su lado el mismo ángel, el de siempre, quien estuvo perenne para salvarla.
Su ángel salvador.
La niña, ya mujer, comprendió enseguida que jamás perdería el contacto con la hembra de pelo rojo rubí. Quería tenerla siempre, le hacía falta, podía hablar con ella sin tabús.
Se sentía suelta, libre, brutalmente amada.
Sin darse apenas cuenta le expresó sucesos que todos desconocían.
Le sorprendió la comunicación bonita, sana y compartida.
Bella hembra de pelo rojo rubí, preciosas piernas esculpen tu figura moruna.
Aunque son tus dulces ojos negros los que van dentro de mi.
Para Pepa con cariño.
Laura Fernández.
una persona con las idea claras y con ilusion, ganas ,y luchando por lo que ama y le satisface . enhorabuena laura eres increíble .beso
ResponderEliminarGracias Johana ...un placer conocerte.
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